El Loco
Lo ví subir desde la terminal hacia el parque, lentamente lo seguía, preocupado de que notara mi presencia. Caminaba despreocupadamente, como quien no tiene noción del tiempo ni del espacio: en su mundo cualquier lugar podría ser el paraíso, cualquier instante la eternidad.
Subía por Patricas Argentinas, renegando consigo mismo y con sus dos amigos imaginarios. Tres metros por detrás de él, mas allá de sus sombras, siempre lo sigue vaya a saber uno quién; y a su derecha, conversa amistosamente con otro espectro de su propia mente.
El esquizofrénico, al proncipio, despierta una sensación de angustia en sus observadores, que no pueden salir de su sorpresa: "esa persona habla con gente que no existe". ¿Que no existe? Posiblemente sean sus mejores amigos, sus mas profundos consejeros, su propia dualidad interior manifestada en el mundo. Al principio pensé que necesitaría ayuda, que mentamente estaba enfermo, pero luego comencé a entender la situación un poco mejor: el loquito siempre tendrá con quién compartir una palabra, a quién acudir en los momentos de tristeza, con quién compartir sus victorias cotidanas cada vez que le robe a su existencia un minuto mas de vida. Él nunca está solo.
Lo ví subir desde la terminal hacia el parque, lentamente lo seguía, preocupado de que notara mi presencia. Caminaba despreocupadamente, como quien no tiene noción del tiempo ni del espacio: en su mundo cualquier lugar podría ser el paraíso, cualquier instante la eternidad.
Subía por Patricas Argentinas, renegando consigo mismo y con sus dos amigos imaginarios. Tres metros por detrás de él, mas allá de sus sombras, siempre lo sigue vaya a saber uno quién; y a su derecha, conversa amistosamente con otro espectro de su propia mente.
El esquizofrénico, al proncipio, despierta una sensación de angustia en sus observadores, que no pueden salir de su sorpresa: "esa persona habla con gente que no existe". ¿Que no existe? Posiblemente sean sus mejores amigos, sus mas profundos consejeros, su propia dualidad interior manifestada en el mundo. Al principio pensé que necesitaría ayuda, que mentamente estaba enfermo, pero luego comencé a entender la situación un poco mejor: el loquito siempre tendrá con quién compartir una palabra, a quién acudir en los momentos de tristeza, con quién compartir sus victorias cotidanas cada vez que le robe a su existencia un minuto mas de vida. Él nunca está solo.
Cuanto lo envidio.